“Era la noche antes de Navidad y, en toda la casa, ni una criatura se movía, porque estábamos atrapados en la
Unidad de Cuidados Especiales de nuestro hospital infantil local luchando contra una terrible trifecta de neumonía, bronquiolitis y problemas gastrointestinales. Qué vacaciones, ¿no? Cinco días de soporte respiratorio, suspender la alimentación y dormir en un sillón no eran exactamente nuestras expectativas para unas vacaciones navideñas el año pasado, pero ahí fue donde terminamos. Nunca falla, siempre que se supone que estaremos “de feriado”, terminamos en el hospital. La última vez que estuvimos en la
sala de emergencias fue el Día de la Madre. La vez anterior fue el día de Año Nuevo. Y aunque sea necesario para la salud de un hijo, es natural sentirse frustrado por perderse las festividades familiares que usted, su pareja y su hijo necesitan tan desesperadamente.
Mientras yo estaba en modo mamá osa, viviendo nada más que de adrenalina y sin dormir, mi esposo estaba obsesionado con la idea de que nos iríamos a la playa en uno o dos días. A veces vemos lo que
queremos ver en lugar de lo que realmente está sucediendo, en especial cuando uno necesita tanto un descanso. Yo veía cómo la salud de nuestro hijo se deterioraba frente a mis ojos mientras un equipo de profesionales médicos trabajaba con total soltura para estabilizarlo. Mi esposo, por otro lado, soñaba con beber mojitos junto a la piscina, bueno, al menos en su mente.
Cuando uno es padre de un niño con necesidades médicas complejas, el nivel de estrés de base es “alto”. Todo. El. Tiempo. Todos lo enfrentamos de manera diferente también, y eso nos incluye a mí y a mi esposo. La realidad es que ninguno de nosotros tiene experiencia con estas situaciones, y los dos estamos aprendiendo a medida que avanzamos, afrontándolo a medida que avanzamos y sobreviviendo a medida que avanzamos. Es muy fácil olvidar que estas situaciones son tan nuevas para la pareja como lo son para una, y si bien yo soy la “señora Positiva” y me siento como en casa tanto en un hospital como en nuestro hogar, mi esposo no ve las cosas igual que yo. Sumado al estrés de ver a un hijo enfermo, luchando por respirar, uno puede quebrarse fácilmente. Es una situación difícil para un matrimonio cuando no parece haber sintonía en las pequeñas cosas… y ni hablar de las decisiones médicas de importancia. Esta vez, simplemente no pudimos ponernos de acuerdo sobre cómo proceder con la atención de nuestro hijo.
Después de una discusión feroz entre nosotros frente al personal médico (con llanto y todo), finalmente llegamos a un punto de ruptura. Sabiendo que esta no sería la última vez que terminaríamos en una estadía inesperada en el hospital, tuvimos que enfrentar el desafío de decidir cómo podíamos mejorar, como personas y como equipo. Por más que nos perdiéramos nuestras tan esperadas vacaciones en la playa, lo más importante para nosotros era estar juntos como familia. Si eso significa pasar Navidad en el hospital, que así sea. Cada día es una bendición, y cada momento que pasamos juntos es especial, más allá del lugar.
No podemos controlar todo sobre la salud de nuestro hijo, o la nuestra para el caso, pero podemos enfrentar nuestras circunstancias con gracia y gratitud.
Este Año Nuevo, podemos ser y seremos mejores como cónyuges, padres y defensores médicos de nuestro hijo.