Después de realizar la cesárea de emergencia, los médicos trasladaron a Jennifer a una incubadora para estabilizarla. El cordón umbilical le daba cuatro vueltas alrededor del cuello, un hecho nunca visto por los médicos, y el ritmo lento del corazón de Jennifer indicaba que sus latidos se detendrían si no se tomaba una medida de inmediato.
Jennifer fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Nicklaus Children's Hospital, anteriormente Miami Children's Hospital, donde F. Amed Soliz, MD, neonatólogo y jefe de la NICU, Pablo Valencia, MD, neonatólogo y su equipo de enfermeros actuaron inmediatamente para salvarle la vida a Jennifer.
“Nunca habíamos visto a un bebé tan pequeño y de tan bajo peso”, comenta el Dr. Soliz. “Afortunadamente, el Nicklaus Children's Hospital, anteriormente Miami Children's Hospital, cuenta con el personal y la tecnología para resolver esta situación tan delicada”.
En el Nicklaus Children's Hospital, anteriormente Miami Children's Hospital, colocaron numerosas sondas al pequeño cuerpo de Jennifer y la sometieron a transfusiones de sangre casi todos los días. Además, sus ojos estaban fusionados.
Los médicos controlaron cuidadosamente los ojos de la pequeña, sabiendo que contaban con un período de 24 horas para operar. Realizaron cirugía láser de emergencia en el momento indicado y lograron salvarle la vista.
Finalmente, después de estar hospitalizada durante sus primeros cuatro meses de vida, Jennifer se fue a casa con un peso de apenas 1,8 kg (4 libras), dos días antes de Navidad. ¿Imaginan un mejor regalo de Navidad?
Un final feliz
“Vemos a la bebé Jennifer bastante a menudo”, dice el Dr. Soliz. ““Es hermosa cuando sonríe e intenta caminar”.
“Fue una bendición que trasladaran a Jennifer al Nicklaus Children's Hospital, anteriormente Miami Children's Hospital”, comenta Jodi. “Le salvaron la vida”.
Jennifer es ahora una niña de 2 años feliz que adora jugar y reírse con su hermano Kevin de 8 años y su dinosaurio color púrpura llamado Barney. Después de un período de recuperación en su hogar de un año y medio, ha visitado la playa y Mardi Gras en Disney World. No para ni un minuto, tiene mucho por vivir. Lo bueno viene en envase pequeño. Jodi y Ron recuerdan este dicho cada vez que miran a su hija, Jennifer. Cuando Jodi tuvo insuficiencia renal con sólo 20 semanas de embarazo, los médicos sabían que la pequeña Jennifer estaba en peligro. Aunque no le dieron mucha esperanza al futuro de Jennifer, sus padres no se rindieron y Jodi se sometió a una cesárea de emergencia. Jennifer, que nació a las 23 semanas y pesó sólo 400 g (14 onzas), fue trasladada de urgencia al Nicklaus Children's Hospital, anteriormente Miami Children's Hospital. Ahora es una niña de 2 años, pequeña pero activa.
Un giro inesperado de los acontecimientos
La llegada temprana y dramática de Jennifer al mundo comenzó después de una ecografía a las 20 semanas que mostraba que su crecimiento era normal. Mientras tanto, Jodi se hinchaba lentamente y tenía niveles preocupantes de presión en la cabeza. Por recomendación de una enfermera, Jodi se midió la presión arterial en una farmacia local, y era increíblemente alta. Jodi fue rápidamente al hospital donde le diagnosticaron shock tóxico; sus riñones estaban al borde de la insuficiencia. Los médicos estaban preocupados por la vida de Jodi y, al poco tiempo, descubrieron que la vida de su bebé también estaba en peligro.
“Los médicos dijeron que, aunque Jennifer sobreviviera, probablemente su estado sería vegetativo”, comenta Jodi. “Pero yo sabía que Dios había puesto esta pequeña vida en mí por alguna razón. No podía dejarla morir.”
Un ángel desprevenido
Los padres de Jennifer tuvieron sólo unos minutos para tomar una decisión difícil. En busca de una señal que le indicara que debía someterse a la cesárea, Jodi llamó a la oficina del capellán del hospital. “Como soy cristiana, llamaba a un pastor o a un cura”, cuenta Jodi, “pero la única persona desocupada era un rabino; finalmente, Dios lo puso en mi camino para que me diera la respuesta. Me hizo darme cuenta de que los médicos y las enfermeras estaban allí para ayudarme a tener a mi bebé. Sabía que esa era la respuesta que necesitaba”.